miércoles, 13 de abril de 2011

"Bebé-ando" en la tele

Hace unos días iba tranquilamente en el autobús, cuando la calma se rompió por completo. Un niño de unos tres años subió al bus, echó a correr pese a la negativa de su madre y rápidamente señaló un asiento al final del autobús y dijo: “Aquí”. Su madre le obligó a sentarse en otro asiento diferente y tras varios forcejeos, cambios de sitio y regañinas constantes, tuvieron que sentarse en el asiento que el niño escogió nada más entrar.

Yo contemplaba la escena y me preguntaba cómo podía ocurrir aquello, por qué la madre mostraba esas debilidad constante, qué diferencia hay entre un niño adorable y un niño verdaderamente petardo. Realmente no sé dónde se encuentra el punto de inflexión. Esta escena, como muchas otras escenas infantiles, simpre me resultan especialmente curiosas y graciosas también, aunque se note que la madre lo esté pasando verdaderamente mal.

La tele también se nutre de este tipo de imágenes, tanto de los niños petardo como de los adorables, basta con recordar los míticos “vídeos de primera”, en los que siempre había algún niño que se dormía encima de un plato de tarta, se caía al saltar a la piscina o daba un golpe en el lugar estratégico a su padre.

Hoy día, esta tendencia se recupera poco a poco, y hasta los informativos (concretamente aquellos en los que cuando el minutero sobrepasa el número 6 pierden, precisamente, el hilo informativo) divierten al espectador con vídeos en los que los bebés cantan, hablan o lo intentan, pasan de la risa al llanto en segundos, o simplemente, se comportan como lo que son: bebés.

Uno de estos vídeos es el de los famosos “bebés ta ta ta”: dos gemelos realmente cucos que en pañales mantienen una animada conversación de tarareos, y que ya han sido plagiados, no con tanto éxito y ternura, en la red.



Sin embargo, yo tengo mi favorito claro. Un favorito que además ha tenido su minuto de gloria en informativos y en programas de entretenimiento como "Tonterías las justas"; un bebé que se asusta y se ríe simplemente por el estornudo de su madre.

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